Tafur

BB

A finales del 2000, Juan Carlos formó un gran periódico. Sin embargo, con el tiempo, el diario Correo dejó de ser un cuchillo altivo y acabó convertido en una cuchara de chef.

Mientras duró nuestro trabajo en ese diario, gracias a tu carácter, fuimos muy libres y decididamente irrespetuosos con el gobierno de ese entonces, incluyendo, como era de esperarse, al propio jefe de Estado, Alejandro Toledo y a algunos de sus ministros o compinches.

[La Unidad de Investigación de Correo trasquiló a no pocos secretarios personales o asesores, adulones, amigotes, familiares, corruptos y hasta traficantes de armas vinculados con el gobierno de Perú Posible]

Recuerdo cuando zarandeaste a Loret de Mola en una sesión del Consejo de la Prensa Peruana, personaje que deseaba que rectificaras una información hecha por nosotros. Luis Agois Banchero, propietario de Correo y presente en esa audiencia, esperaba confiado y aliviado tu aceptación, una luz verde para iniciar los tratos de paz, mirándote con particular atención… Pero los sorprendiste con un seco «no lo haremos».

«No lo haremos. Yo confío en mis periodistas y no en los berrinches del Ministro de Defensa». Ese ejemplo fue uno de muchos. Fuiste un excelente director.

Ahora que abundan los directores de mantequilla, te distinguiste por ir de frente, siempre, sin hacerte bolas por las “consecuencias” de la información. Decías: “Si pensamos en las consecuencias de las noticias, si reflexionamos sobre ellas, nos acobardamos y no las publicamos”.

Ese era el “periodismo inglés” que practicabas y que era descaradamente crudo, ciertamente.

Eso iba junto al “sensacionalismo serio” que acuñaste como una marca registrada y que ahora muchos siguen.

Nos repetías que “todas las notas se publican”  porque los periodistas somos intermediarios o mandos medios. La información llega a nosotros, se cruza con seriedad y luego aparece en blanco y negro.

He allí tus premisas, aunque conociéndote podrían ser dogmas de fe.

Confiabas en el trabajo que hacíamos y eso fue bueno para que nosotros avanzáramos en nuestras carreras. Me nombraste editor, tuve la satisfacción de ser una de las cuatro columnas sobre las que se levantó ese buen proyecto que fue Correo y eso también debo reconocértelo.

Pero Correo empezó a tambalear y a ser extrañado a finales del 2003. Y en esa época ya no estábamos allí.