Pedido de desarme regional es un arma de doble filo para el Perú

B-Armamento

En el 2007, durante una feria bélica realizada en Lima, un fabricante de armas de Rusia hizo una sombría revelación: El potencial de América Latina para la compra de productos bélicos podía llegar a los 40 mil millones de dólares en el próximo quinquenio. Se equivocó: La meta se cumplió ese mismo año, básicamente con las adquisiciones de Brasil, Chile y Venezuela. ¿Ello debe alarmarnos? No en teoría, pues no hay países hermanos. La hermandad es un sentimiento humano, mientras que los Estados poseen necesidades que satisfacer con el uso de una mayor presencia geopolítica, energía y territorio.

Escribe: Orazio Potestá (*)

¿Por qué se arma un país? ¿Por qué se arma Chile, al igual que Venezuela y Brasil? ¿Acaso se piensa que los otros Estados no compran material bélico? De acuerdo con los expertos consultados por NEXOS, todas las naciones compran y renuevan armas. No pueden dejar de hacerlo, sea para defenderse, atacar o disuadir. Y muchas de esas adquisiciones se hacen en estricto secreto, aunque ello sea negado por las autoridades, las mismas que en foros públicos se golpean el pecho y apuestan por la paz.

Fernando Rospigliosi, experto en defensa y ex ministro de Interior, señaló a NEXOS que un país compra material bélico por tres causas: “Porque quiere agredir a otro, porque teme que lo agredan y por corrupción, ya que en zonas tercermundistas el gasto se mantiene en reserva y es muy fácil recibir sobornos”.

En una entrevista con NEXOS, Lewis Mejía, corresponsal de las revistas especializadas Military Technology de Alemania y Segurance e Defensa de Brasil, añadió razones estratégicas y económicas: Disuadir a un Estado potencialmente agresivo, aprovechar la bonanza económica para modernizar su equipamiento y posicionarse como potencia en la región.

La siguiente pregunta es pesada como un misil: ¿Por qué se arma Chile? Fernando Rospigliosi, quien ciertamente califica de improbable la posibilidad de una guerra entre ambas naciones por los vínculos comerciales que guardan, se remite a la importancia que adquirieron los militares sureños durante la dictadura de Augusto Pinochet, habida entre 1973 y 1989, cuando se aprobó que las Fuerzas Armadas recibieran el 10% de las regalías por las exportaciones del cobre.

Y agrega: “Cuando hubo la transición a la democracia, los militares fueron derrotados en las urnas, pero negociaron hábilmente su salida del poder y mantuvieron ese beneficio”.

Entretanto, Alejo Marchessini, periodista de la revista Fuerzas de Defensa y Seguridad con sede en España, sostuvo a NEXOS que Chile simplemente continúa los lineamientos del llamado Libro Blanco de la Defensa Nacional, documento público que establece su liderazgo geopolítico y militar en el Pacífico Sur: “Ellos compran armas porque poseen un plan de renovación de material bélico elaborado hace muchos años y no precisamente como consecuencia de la demanda limítrofe del Perú ante la Corte de La Haya”.

En lenguaje castizo, lo que para Chile es modernización bélica, para nosotros es armamentismo y amenaza de guerra.

Querer ser loco o Quijote  

El pasado 28 de agosto, en la cumbre de la Unión de Naciones Sudamericanas-UNASUR que se realizó en Bariloche, Argentina, el presidente Alan García cuestionó con severidad que América del Sur haya gastado en el 2008 más de 35 mil millones de dólares en armas, sin sentirse aludido por las fijas miradas de Hugo Chávez y Michelle Bachellet.

El 23 de septiembre, el jefe de Estado volvió a la carga y solicitó a la OEA hilar fino para evitar la “locura” del armamentismo emprendido por algunas naciones.

Casi una semana después, José Antonio García Belaúnde, ministro de Relaciones Exteriores, expuso ante la ONU la necesidad de establecer un pacto de no agresión que garantice la paz en la región.

Y el 22 de octubre, la propuesta presidencial peruana se vio aparentemente vigorizada con el sorpresivo apoyo de Rafael Correa, mandatario de Ecuador, pueblo que siempre leyó con atención los libretos geopolíticos de Diego Portales, visionario chileno cuyos planes siempre afectaron al Perú.

Lewis Mejía: “El pedido de Alan García es un saludo a la bandera. Y si tiene éxito, el único perjudicado será el Perú, porque ya no podrá comprar ni modernizar su armamento. En cambio, Chile ya completó su equipamiento bélico”.

Alejo Marchessini encuentra sonoras incongruencias en la iniciativa presidencial: “El Ejército (peruano) se encuentra evaluando la compra de tanques que reemplazarán a los viejos T-55. ¿Qué ocurriría si el anuncio de compra se hace mañana? El Perú debe adquirir con urgencia 290 tanques y no es un capricho. Es una urgencia. ¿Dejaremos de hacer la compra?”.

Un tanque Leopard 2 puede disparar mientras avanza a 40 kilómetros por hora y atravesar la coraza de nuestros T-55. En cambio, nuestros T-55 tienen que detenerse, apuntar y disparar. Y si lograr acertar, de nada servirá, pues sus tiros no penetrarían en el acero de las máquinas enemigas. Que venga el desarme regional, pero sin descuidar el equilibrio estratégico con nuestros vecinos.

Más complicada se encuentra la Marina de Guerra, cuya adquisición de un paquete de misiles antibuque Exocet MM 40 a Francia y a un costo de 100 millones de dólares se encuentra ya en la fase de “contrato y firma”. ¿Le diremos chau a los europeos?

Y añade: “Perú también compra armamento y no puede dejar de hacerlo. Y las autoridades justificarán ese hecho señalando que se trata de una ‘renovación’. Pues lo mismo argumentarán los chilenos, los ecuatorianos, los venezolanos y los brasileños. Es un círculo vicioso”.

El periodista de la revista Fuerzas de Defensa y Seguridad de España teme que el ministro de Defensa, Rafael Rey, no le haya informado al jefe del Estado sobre los planes de compra de nuestras Fuerzas Armadas: “Alan García se encuentra cumpliendo un papel equivocado, salvo que pretenda ganar el premio Nobel de la Paz”.

Por el contrario, Fernando Rospigliosi resalta la idea del Primer Mandatario: “Es una propuesta para dos públicos. Uno es el regional y el otro es interno, compuesto por los militares peruanos, quienes desean aumentar desmesuradamente su presupuesto, frente al obvio armamentismo chileno. Es una respuesta política de Alan García para frenar las solicitudes de mayor dinero de nuestras Fuerzas Armadas. Ha sido una medida inteligente”.

Mientras que la propuesta del presidente Alan García colisiona con planes de modernización de las Fuerzas Armadas, no pocos expertos señalan que la corrupción y la ineptitud de algunos de nuestros militares son más dañinas que la falta de armas y dinero.

El ex ministro del Interior no cree que la política de desarme pueda afectar la soberanía nacional, pues considera que la corrupción y la ineptitud de nuestros militares son factores más dañinos: “Eso se viene demostrando en el VRAE, zona en la que se combate a solamente 200 terroristas, sin éxito y con numerosas bajas”.

Lo mismo opina Lewis Mejía, quien además cuestionó el pacto de no agresión para América del Sur: “Alemania y la Unión Soviética firmaron un pacto de no agresión en 1940 y en 1941 Adolfo Hitler atacó e invadió a su supuesto aliado. Los pactos de no agresión no sirven, si es que un Estado detecta que el otro puede ser fácilmente derrotado. La clave de la paz es el equilibrio armado”.

Rafael Correa juega su partido

Los especialistas consultados por NEXOS coinciden en que el apoyo del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, podría diluirse tan pronto Chile le solicite una manito para complicarnos, como ya ha ocurrido antes.

Fernando Rospigliosi: “Es una persona muy voluble. Le interesa acercarse al Perú porque tiene un conflicto con Colombia. Cada país mueve sus fichas en función de sus propios intereses”.

Lewis Mejía se remonta al siglo XIX: “Es un gesto político de Rafael Correa. Chile y Ecuador son aliados naturales y lo han demostrado históricamente. Durante la Guerra del Pacífico, Ecuador nos invadió y causó daños en la frontera amazónica norte”.

Rafael Correa desea la paz regional, pero aceptó la donación de siete aviones de combate Mirage-50 de Venezuela. Igualmente, aprobó la compra de 12 Mirage Chita a Sudáfrica a un costo de 36 millones de dólares y la inversión de 80 millones de dólares para la modernización de siete caza bombarderos K-Fir.

Militares y expertos recuerdan el pasado

Un oficial de la Marina de Guerra, cuya identidad se mantendrá en reserva por razones de seguridad, sostuvo a NEXOS que la propuesta hecha en la UNASUR forma parte de una historia que suena bastante y tristemente familiar: “Cuando Alan García llegó a Palacio de Gobierno en 1985, trajo consigo una política de desarme regional que solamente fue cumplida por el Perú… El resultado fue que la FAP recibió 12 y no 24 aviones Mirage 2000 fabricados por Francia, sin misiles ni otro tipo de armamento. En la Guerra del Cenepa contra Ecuador, ese descuido nos costó carísimo”.

Alejo Marchessini: “Los militares peruanos piensan que el 2011 habrá un conflicto (con Chile) y por eso encuentran ilógica la propuesta presidencial que pide el desarme regional”.

Lewis Mejía: “Las Fuerzas Armadas no apoyan idea de Alan García, pero van a tener que morderse la lengua porque no son deliberantes”. Y agrega: “El error de reducir la flota de Mirage 2000 se pagó con sangre en la Guerra del Cenepa (…) Además, el gobierno del Apra no cumplió con pagarle a los franceses y por eso ellos no quisieron vendernos ni un perno durante ese enfrentamiento bélico”.

Aparentemente, por los antecedentes de su primer gobierno, Alan García no parece ejercer un liderazgo positivo en el interior de las Fuerzas Armadas. ¿Su nueva iniciativa regional podrá ser capaz de beneficiar y no complicar al Perú?

(*) Periodista de investigación y docente universitario.